Después
de que Damián llevó a su casa a Rafaela, cuando ella ya se estaba
preparando algo para comer, alguien tocó la puerta. Ella preguntó
quién era, a lo que una voz respondió “Soy Simón”.
Ella
abrió y comenzaron a charlar de su relación e intercambiaron
palabras malsonantes.
Simón
rogó por el perdón de Rafaela pero ésta se negó rotundamente y
luego procedió a expulsarlo de aquel recinto.
Luego
de esa noche, Damián y Rafaela se dieron cuenta de que tenían más
cosas en común de lo que pensaban y por ello decidieron entablar una
amistad.
Los
días pasaban y sus charlas no se agotaban. Comenzaron a salir a
distintos lugares como a el parque o a el cine.
Finalmente
cuando los dos jóvenes se encontraban en una de sus salidas que ya
se habían hecho cotidianas, el chico le propuso que fueran pareja y
explicó que, después de tanto tiempo, terminó enamorado de ella.
Rafaela,
casi inmediatamente aceptó.
Ese
mismo día, cuando volvió a su casa notó que tenía un correo de
Simón, éste insistió en que Rafaela lo perdonase y confesó sus
sentimientos hacia ella.
Rafaela
le respondió, muy calmada, que actualmente salía con Damián y que
no se encontraba interesada en aquel individuo.
Simón
se quedó sin palabras como para responderle algo claro, sentía una
enorme culpa por haberla dejado de forma tan repentina, pero este
sentimiento no se comparaba al gran arrepentimiento que sentía por
no valorarla en su tiempo.
Guadalupe, Juliana, Fernanda, Candela, Tatiana y Sebastián.